Desde 1984 Cambalache apuesta por ofrecer en su concepto de restauración pastas y pizzas de elaboración propia, inspiradas en las que la emigración italiana fusionó con la cultura gastronómica argentina a comienzos del siglo XX.

Historia
La historia de Cambalache comienza en el año 1984 como un modesto y familiar restaurante de cocina italo-argentina en la coruñesa plaza de María Pita. En este restaurante comenzó a desarrollarse un nuevo concepto gastronómico en la ciudad herculina: pastas y pizzas de elaboración propia inspiradas en la gastronomía italo-argentina.

La acogida de la que disfrutó Cambalache en A Coruña pronto comenzó a dar sus frutos, propiciando la apertura de más restaurantes y apostando por el servicio a domicilio de sus platos, algo novedoso en aquella época. La pequeña y modesta fábrica de pastas situada en el centro de la ciudad tuvo que trasladarse a una amplia nave industrial en las afueras.

Hoy, veintisiete años después, y convertida en una cadena de restaurantes con una creciente proyección de futuro, Cambalache sigue manteniendo su filosofía, ofreciendo a sus clientes una cuidada y amplia carta de productos de primera calidad en un entorno cálido y acogedor, con marcadas referencias al tango.

Actualmente, en Cambalache podemos encontrar, aparte de las reconocidas pizzas y pastas artesanas, diferentes tipos de ensaladas, carnes y pescados, además de una extensa carta de postres de elaboración casera.

Presente y Futuro
En la actualidad, la presencia de Cambalache en A Coruña y su área metropolitana está totalmente consolidada y las expectativas de Cambalache para los próximos años pasan por la apertura de nuevos restaurantes, tanto propios como franquiciados, que consoliden su presencia en los núcleos más importantes del noroeste y centro de la península.

Valores
Cambalache es una empresa madura con un espíritu joven y emprendedor, centrada en su principal valor, el cliente, donde la cercanía y la comunicación forman el eje principal de un estilo de dirección que facilita el talento y el desarrollo de las personas, sin prescindir de la seriedad y el rigor necesarios para hacer de Cambalache una empresa autoexigente y proactiva.