Club 567 reflexiona sobre el concepto de club en nuestros días

Hostelería
01 agosto, 2016

“En esta era interconectada”, explicó Steve Jobs en un discurso, “existe la tentación de creer que las ideas pueden desarrollarse a través de mensajes de correo electrónico y en el iChat. Eso es una locura. La creatividad surge en las reuniones espontáneas, en las discusiones cara a cara. Tú te encuentras con alguien, le preguntas qué está haciendo, te sorprendes y pronto te encuentras elucubrando todo tipo de ideas”. Con esta cita del padre de Apple resume Manuel Luna, presidente del Club 567, el sentido que tiene fundar una institución de este tipo en la segunda década del siglo XXI.

El Club 567 es el último club de caballeros al estilo inglés que se ha creado en nuestro país. En dos años ha alcanzado los 300 socios, una cifra que, asegura Luna, demuestra el interés que siguen tenido los españoles por este tipo de instituciones. Pero, ¿qué es exactamente un club?

En el mundo anglosajón hay clubes que han tenido un gran calado empresarial, y es el modelo que queremos imitar. Para Luna, la descripción de la RAE, que define el club como una “sociedad fundada por un grupo de personas con intereses comunes”, se queda corta. En su opinión, un club es una institución que debe generar contenido y  perseguir objetivos empresariales, algo que, cree, no es muy habitual en España: “En España no hay concepto de club. En el mundo anglosajón hay clubes que han tenido un gran calado empresarial, y es el modelo que queremos imitar. El club debe ser más cercano a una asociación de empresarios, por eso nos implicamos con las empresas que surjan en nuestro club, haciendo rondas de financiación y asesorándolas en todo momento”. La franquicia de hostelería Club 567, además de apoyar la iniciativa empresarial, promueve la ayuda mutua entre los socios, a través de un seguro que auxilia a sus miembros en caso de necesidad, y un fondo solidario que sirve para reorientar la carrera profesional de sus miembros en paro, ofreciéndoles apoyo para que arranquen una iniciativa empresarial.

La historia del club

Los clubes de caballeros surgieron en el siglo XVIII en Reino Unido, concretamente en Londres, como lugares de reunión de los varones de alta alcurnia que podían realizar en sus instalaciones actividades prohibidas en el resto de lugares públicos: entre otras cosas, apostar con diner o. A partir del XIX los clubs se hicieron muy populares, se abrieron asociaciones de este tipo en todas las capitales de Europa y acabaron evolucionando hasta convertirse en centros de reunión en los que se cocía toda la actividad económica y política de un país. En los clubes se cerraban los grandes acuerdos empresariales, se formaban los partidos políticos y se generaban los grandes debates culturales.

Los clubes siguen siendo el espacio con que cuenta la sociedad civil para expresarse, reunirse y encontrarse. A España también llegó la cultura de club, y estas instituciones vertebraron durante todo el siglo XIX, y parte del XX, la actividad económica, política y cultural de nuestro país. Uno de los primeros clubes al estilo inglés que se inauguraron en nuestro país fue el Círculo Ecuestre de Barcelona, fundado en 1856 por un grupo de empresarios catalanes aficionados a la hípica. El club vivió su apogeo en los años 20, cuando su sede, en el Paseo de Gracia, se convirtió en uno de los centros neurálgicos de la alta burguesía y la aristocracia Europea. Con el estallido de la Guerra Civil, el Círculo fue ocupado por los anarquistas, que destrozaron todo lo que contenía la sede y la institución y, aunque continuó funcionando desde los años cincuenta, no recuperó su esplendor, y su anterior volumen de socios, hasta los años 90.

¿Qué papel cumple hoy un club de caballeros del siglo XIX en el que sólo se puede estar vistiendo traje de chaqueta y corbata y siendo aceptado en un complicado proceso de selección al que sólo acceden las grandes personalidades o los hijos de los socios? Su presidente actual, Borja Garca-Nieto, tiene claro que el Círculo Ecuestre cumple un papel, y es importante. “Somos la referencia de la vida social y económica de Barcelona”, afirma sin tapujos. “Nuestro objetivo es crear debates y ofrecer una tribuna privilegiada. Y es el papel que cumplimos”. En su opinión, el asociacionismo es tan necesario como siempre, y los clubes siguen siendo el espacio con que cuenta la sociedad civil para “expresarse, reunirse y encontrarse”.

La endogamia en el club

Para Luna, los clubs que existen actualmente en España, como el propio Círculo Ecuestre, son endogámicos, y sólo sirven como lugar de encuentro de la alta sociedad: “Nos apasionan los clubs tradicionales, pero no nos gusta que sean tan endogámicos. Queríamos crear un club aperturista, donde el socio pueda disfrutar de algo como el Ateneo, el Club Financiero Génova o el Club Siglo XXI, pero sin pertenecer a la alta alcurnia o la clase dominante. En este momento no conocemos ningún modelo de club como el nuestro. Lo que hay en Madrid y Barcelona son clubes de networking, nosotros no lo somos. Aquí no se viene a intercambiar tarjetas”.

Para Juan Pablo Lázaro Montero de Espinosa, presidente del Club Financiero Génova, uno de los más prestigiosos de Madrid (fundado en 1972), la actividad de la institución que preside va mucho más allá del simple intercambio de tarjetas: “Todo lo relevante que pasa en Madrid, en el terreno cultural, político y económico, pasa por aquí. Queremos que sea una plataforma de encuentro, de debate, que vertebre la sociedad civil”.

Respecto al perfil de sus socios Lázaro sí apuesta por la exclusividad: “Es gente con capacidad de influencia en el ámbito político y económico, de perfil internacional, procedentes de las principales empresas. Gente de nivel vinculada al mundo del derecho y la empresa”. En su club tampoco está permitido entrar sin chaqueta y corbata, y sólo los socios (y sus amigos) pueden disfrutar de un espacio de más de 3.000 metros cuadrados en pleno centro financiero de Madrid que alberga ocho salones de negocios y reuniones, un área social, un restaurante, una zona deportiva para fitness y spa, y una piscina en el ático.

En la sociedad de la información nos faltan puntos de encuentro físicos, no sólo podemos depender de las conexiones virtuales. Lázaro, no obstante, insiste en que el objetivo del club no es proporcionar un espacio de lujo para que se divierta la alta sociedad, sino servir de punto de encuentro que vertebre la actividad social: “España es un país muy individualista. En la sociedad de la información nos faltan puntos de encuentro físicos, no sólo podemos depender de las conexiones virtuales. Hoy los clubs tienen más sentido que nunca. La gente debe verse físicamente”.

El club como centro de actividad política y cultural

Una de las funciones de los clubes ha sido históricamente la de servir de centro de debate político. En este sentido, una de las instituciones con más tradición es el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, la primera asociación de este tipo que se fundó en España, en 1835, y centro neurálgico de la intelectualidad madrileña desde entonces. Su presidente actual, Carlos París, es sucesor de personalidades como Gregorio Marañón, Valle-Inclán o Azaña, que lideró el Ateneo justo antes de presidir la II República. En su opinión, el Ateneo sigue defendiendo su idea central y es que “a través del desarrollo de la cultura y su difusión podemos mejorar la sociedad”, una idea que, asegura, sigue teniendo sentido hoy en día: “A diferencia de la época en que se creó el Ateneo, la cultura se ha difundido enormemente, y las redes se han extendido, pero es una cultura manipulada por el mercantilismo y el poder. La misión del Ateneo debe ser el desarrollo de un clima crítico y creativo, que es lo que hace falta”.

La sociedad civil tiene caminos para crear opinión y aportar ideas día a día a la gente que gobierna y los clubes son uno de ellosAunque, tal como reconoce su presidente, actualmente el Ateneo está teniendo problemas para captar jóvenes y nuevos socios, sigue siendo un lugar de encuentro esencial para el debate político: “Tenemos mucha relación con el 15-M, un movimiento que ha girado en torno al Ateneo. Democracia Real Ya tuvo aquí su primera reunión. Estamos abiertos a las reivindicaciones sociales”.

Para el presidente del Club Financiero Génova, los clubes sirven como tribunas para el debate político, pero no cree que funcionen como lobby, una labor que siempre se les ha atribuido: “Aquí no albergamos a gente que piense igual, hay disparidad de criterios, pero yo me niego a votar cada cuatro años sin que haya un debate. La sociedad civil tiene caminos para crear opinión y aportar ideas día a día a la gente que gobierna y los clubes son uno de ellos, pero no es un grupo de presión, es un foro de debate con gente que piensa distinto. No hay uniformidad de criterios, que es la característica principal del lobby”.

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