Inteligencia emocional y violencia en las aulas

La “Fundación Botín”, en su informe «Educación Emocional y Social. Análisis Internacional 2015», asegura cómo la educación emocional y social en el aula ayuda a los alumnos a conocerse y confiar en sí mismos, a comprender a sus compañeros, a reconocer y expresar emociones e ideas, a desarrollar el autocontrol, a aprender a tomar decisiones responsables, o a valorar y cuidar su salud a la larga.

Es consecuencia probada que los centros que desarrollan este tipo de educación mejoran notablemente la comunicación, convivencia y la relación entre profesores y alumnos, disminuyendo los niveles de violencia y reduciendo incluso, síntomas asociados a la depresión infantil.

Sin emoción no hay aprendizaje y en un mundo con “una tecnología en creciente sofisticación”, habilidades emocionales y sociales como empatía, atención, tolerancia, responsabilidad, creatividad e imaginación deben constituir la verdadera revolución educativa, tanto en las aulas como en la formación del profesorado.

El proyecto educativo Lysmon abraza la educación emocional como piedra angular de su método formativo.

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